Postres y dulces
Buñuelos de viento, una receta de las antiguas cocinas, las de nuestras abuelas y madres, sencilla, tradicional, sana, y siempre presente en nuestras celebraciones. En esta ocasión, presentamos la fórmula para unos riquísimos buñuelos, de los que toda la vida se han tomado en torno a la fecha de Todos los Santos, o fiesta de los difuntos. Muy adecuados para las tardes de otoño, y también muy nutritivos. Realizados a base de harina, buenos huevos, aceite y azúcar, resultan irresistibles si se toman aromatizados con un poco de buena miel. Ligeros, porque son de viento, se mantienen incluso después de una fritura, cuyo truco está sólo en la temperatura.
Ingredientes:
Un huevo por cada cucharada sopera de harina que se emplee, según la cantidad de buñuelos que se desee cocinar.
Un cucharada de aceite y otra de agua por cada medida de harina, y cada huevo.
Una cucharada de azúcar por cada medida.
Una cucharada de café de levadura.
Aceite de oliva.
Miel de romero o de acacia, para acompañamiento y adorno.
Elaboración:
Colocar los huevos en un recipiente y batir. Añadir el aceite y el agua, seguir batiendo con energía o en un robot, si se dispone de él.
Añadir la harina y seguir batiendo. Agregar la levadura y el azúcar.
Trabajar la masa con energía, para que adquiera ligereza, hasta que resulte suave y flexible.
Dejar reposar media hora, para que actúe la levadura.
Calentar el aceite de oliva en una sartén o recipiente hondo.
Cuando el aceite esté bien caliente, aunque no humeante, ir colocando cucharadas de masa en la sartén y freír con cuidado de no quemar el buñuelo.
Sacar a un papel secante.
Colocar en una fuente y servir aliñado y adornado con hilos de miel de buena calidad.
Truco: Para que resulten realmente ligeros y no pesados al paladar y el estómago, la masa debe estar muy batida, y la temperatura del aceite debe ser alta, aunque sin correr el riesgo de que los buñuelos se quemen. También pueden tomarse rociados con "hilitos" de chocolate caliente.
