SardinasLas sardinas son el pescado veraniego por excelencia  y están riquísimas simplemente asadas, sin grasas añadidas ni condimentos innecesarios. Las humildes sardinas son una fuente natural de ácidos grasos omega 3,  que ayuda en la prevención de enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos. Así, y como su máxima ventaja, su ingesta ayuda a prevenir los efectos negativos del llamado colesterol "malo". Son un alimento muy recomendable, aunque hay que moderar su consumo si existen problemas con el ácido úrico.

Existen innumerables recetas de sardina: fritas, a la plancha, a la barbacoa, en espeto, como se toman en las playas mediterráneas o escabechadas... el único secreto es que estén muy frescas.

 

Las sardinas son, junto con los boquerones, uno de los pescados más populares y sabrosos, presentes en la cocina tradicional mediterránea. Se trata del pescado azul por antonomasia, por tanto más graso, energético y con más vitaminas liposolubles que el blanco. Además de grasa, las sardinas frescas tienen un alto valor nutritivo. Contienen un 18% de proteínas, un 74% de agua, vitaminas A, D, B2, B3 y minerales muy diversos, como el sodio, fósforo, calcio, magnesio y hierro. Cada 100 gramos de carne de sardina proporcionan alrededor de 150 calorías. No obstante, la proporción de grasa del pescado azul en general varía mucho entre unos y otros. Incluso en la misma especie puede cambiar significativament, y en la calidad de su carne influye el grado de frescura. El verano es la mejor época del año para consumirlas.

Las sardinas son un alimento muy recomendable. Su composición en ácidos grasos insaturados (los de efectos beneficiosos sobre el nivel de colesterol) ayuda a equilibrar el exceso de grasas saturadas (de efectos negativos sobre el colesterol) de nuestra dieta habitual. Los minerales y vitaminas que aportan las sardinas son, de otra parte, muy interesantes. Su contenido en calcio (si se come la espina), magnesio y hierro, y en vitaminas como la A y la D, convierten a este alimento en muy adecuado en la infancia, la adolescencia, el embarazo y la lactancia, épocas en las que las necesidades de nutrientes son elevadas. No obstante, no todo son ventajas. Quienes padecen de gota, deben limitar el consumo de sardinas y resto de pescados azules por su riqueza en purinas que, al ser metabolizadas, se transforman en ácido úrico.
También hay que tener en cuenta la forma de preparación o de conservación de este pescado; fritas, rebozadas o enlatadas en aceite, son un alimento poco recomendable dentro de la dieta habitual, principalmente de quienes desean controlar el peso.

 

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